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©2023 Colegio de Profesionales en Psicología de Costa Rica
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ISSN 0257-1439 / ISSNe 1659-2913
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cerrado sin condena. Ha salido a la luz, a través de los diferentes medios públicos, un discurso que, por
un lado, apunta a brindar protección a los niños, niñas y adolescentes, pero, por otro, son los mismos
funcionarios quienes vulneran esos derechos.
de construcción de dispositivos transversales en el quehacer, donde exista diálogo entre intervención
y cultura, creando espacios que den respuesta a las demandas ejercidas por la sociedad, que puedan
incluir diversas formas de conocimiento (“desde el arte hasta la tecnología”) y que estas formas
reparen la fragmentación existente. Dicha fragmentación se evidencia en los resultados obtenidos en
esta investigación, cuando los profesionales interventores hablan de extremos satisfactorios por un lado
y desilusionantes por otro (Carballeda, 2002).
utilizados para el autocuidado de los profesionales interventores, considerando el desgaste que provoca
su trabajo y al que hacen mención durante las entrevistas, debieran ser considerados como prioridad para
las políticas públicas asociadas a esta área.
dentro de sus programas vinculados a la protección de la infancia, especialmente porque son estos
operadores sociales quienes implementan las leyes y políticas públicas dentro de cada programa. Sin
2000), en los escasos estudios realizados en
infancia como objeto de protección, con una incipiente concepción de sujetos titulares de derecho. Desde
ese ángulo, se vuelve relevante para esta investigación la percepción de dichos profesionales.
Es necesario tener en cuenta que en Chile estos profesionales son quienes deben cumplir tanto
la institución o del programa en que están insertos (
, p. 129). Por lo tanto, se apuesta a la transformación propuesta por el
Servicio Mejor Niñez y se aboga por que en ella exista una coherencia entre la política pública asociada a
infancia y las bases teóricas que se ajusten a la práctica desde una mirada transformacional, considerando
2020) sobre
la necesidad de avanzar en el desarrollo de evaluaciones multidimensionales que evalúen la práctica
) para lograr una estrecha
coherencia entre teoría y práctica.
investigación, se concluye que, si bien los profesionales, en la mayoría de los casos, tienen una
en ciertos avances o micro logros reportados durante el proceso, existe la sensación de que se realiza un
desesperanzadora con respecto a los resultados. En este punto, toma sentido lo manifestado por Pizarro,
Valles, 1999, p. 369). En consecuencia, su percepción
va a depender del lugar que ocupe el profesional dentro de las redes de relaciones sociales establecidas
en los diferentes programas (familias, instituciones, organismos del estado, entre otros).
El tipo de experiencia profesional en el proceso de intervención varía desde un extremo de satisfacción
a uno de frustración o desgaste por parte de los profesionales, quienes encuentran mayor satisfacción
cuando se logran cumplir los procesos, cuando existe adherencia del paciente o su familia al programa y
o desgaste aparece cuando el proceso se hace rutinario, o cuando se moraliza la intervención. También,
conocer bien el contexto, etc. De esta forma, emerge la creatividad en el proceso, la utilización de
estrategias diversas que den respuesta a las necesidades de los usuarios. Tal como lo señala Carballeda
(2002), los escenarios de intervención se vuelven complejos y confusos, por lo que inesperadamente
surgen otras formas de realizar el proceso por la necesidad de dar respuestas transformadoras. Por lo
tanto, el tipo de estrategia utilizado se ajusta a la diversidad de factores y diversidad de usuarios.
En lo que respecta a la articulación entre los modelos teóricos utilizados y el proceso de intervención
ejecutado, los profesionales dan cuenta de que este último se realiza desde diversos modelos que se acomodan
al programa dentro del cual se estén desempeñando, tales como los programas de Protección Especializada
enfoques son los que mejor se ajustan al trabajo en vulneración de derechos como el intercultural, el enfoque
de derechos, el enfoque de género, el biopsicosocial y el sistémico que es la base de algunos programas.
vulneración de derechos. En relación con la forma de intervención, se evidencia la mediocridad del
proceso, la intervención moralizada y adherida a pautas rígidas, seguido por una intervención obligada
los recursos son limitados o hasta escasos en diversas áreas: económica, recursos humanos, recursos
técnicos, infraestructura, entre otros. Dichas limitaciones obstaculizan el desarrollo óptimo del proceso
de intervención. Si bien el diseño de las políticas públicas contempla elementos que den sustento, soporte